3.2.1. CLAVES DE CONTEXTUALIZACIÓN
Los marcos almacenan el conocimiento sin mucho orden. Al viaje pertenecen, por ejemplo, conceptos como vacaciones, boleto, aviones, rollos fotográficos, maletas, aeropuertos, hoteles, etc. sin indicar jerarquías ni prelaciones de ningún tipo, pero los podemos ordenar causal o temporalmente, por ejemplo, y así sabremos como tomar el avión. También podemos planificar nuestras actividades diarias en ciertos pasos, y sabremos entonces cómo hacer un trabajo de investigación o ganar un partido de fútbol. A veces, los conocimientos están muy estereotipados, de manera que tenemos archivados una serie de rituales, como el saludo, que tiene poca carga informativa pero muchos elementos anticipables. En lo religioso tienen mucha importancia los rituales, que se traducen en todo tipo de ceremonias, como la misa, el bautizo, o el matrimonio.
Estos saberes parecen activarse en la mente del oyente a partir de algunos datos que nos da el contexto; estas señales le permiten descifrar rápidamente un texto. Se necesita de esas claves contínuamente, dado que la coherencia es algo que se negocia dinámicamente. Estas señalizaciones son las que Gumperz (1982) ha llamado claves de contextualización. Según Gumperz, la diversidad lingüística no es solamente un hecho del comportamiento sino que es un instrumento de comunicación. Cualquier enunciado puede ser entendido de varias maneras y la gente decide cómo interpretar un enunciado, basándose en el tipo de actividad que está teniendo lugar. Las claves de contextualización le dan al hablante referencia de cómo tiene que ser entendido cada enunciado. Una clave de contextualización es cualquier rasgo de forma lingüística que contribuye a señalar una presuposición contextual